domingo, 20 de octubre de 2013

Yo fui oficial de mesa por León Vela

Este texto era para la semana pasada, pero ….. Cierto, la semana pasada se renovaba la ilusión de una nueva temporada del C.A.I.. Ilusión que no nos la hizo perder el Euro basket de Eslovenia (qué nivel el demostrado, no sólo por España, sino por todas las selecciones incluida la ganadora Francia –excepción, a mi ver, de Finlandia-) Fases de adaptación de todos los equipos a la vez? Ufff..., tantas preguntas (aunque sólo ponga una) sin respuestas
Los inicios de temporada eran intensísimos para un miembro del colegio de árbitros. Sí, yo estaba colegiado en la Real Federación de Baloncesto. Repasar reglas, incluir las nuevas (yo fui testigo de la implantación del 1+1 en la faltas personales, de la limitación de posesión del balón a 24 segundos, de los 6, 25 para los tres puntos, de los tres árbitros en categorías nacionales,…..)


Iniciabamos nuestra andadura con la estela de un C.A.I. victorioso de la Copa del Rey (que en ese momento dirigía León Najnudel) y , por que no decirlo, jugadores frustrados sin equipo (el instituto ya acababa y otro orden entraba).


Comenzábamos con mitos. Muchos mitos. Y la mayoría americanos. Nos alimentábamos visualmente en “Basket” de Francisco Vitoria. Pero fueron cayendo por puro peso. Los Jordan, Jabbar, Bird, y compañía metían canastas inverosímiles y decisivas, pero fallaban….. la tira. Y así, nuestros mitos se acercaban a nuestra realidad más inmediata.

El genio de Macipe en los banquillos de los distintos equipos (Helios, Olivar, ….), de la primera mujer árbitro Maribel Roche ( a la que siguieron otras como Mónica Heredia, Silvia Belarre), a la seguridad que daba en la cancha el arbitraje de Antonio Gallo (cuando te tocaba, él ya estaba en Nacional y no era muy frecuente encontrártelo en las pistas) y/o de compañero en la mesa de anotadores de Luis Aramburu, las pistas de Jesús María El Salvador donde te mimaban, la super cantera que suponía el C.A.I junior

Idealizábamos un baloncesto teórico en las tertulias donde no aparecían apellidos impronunciables, en el que no memorizábamos fechas y lugares porque teníamos cientos (en aquellos años 90 solíamos hacer una media de cuatro partidos cada fin de semana –de todas las categorías-). Pero nos encantaba analizar a quién nos había tocado en suerte como compañeros, los equipos en cuestión, la suerte de un posible desplazamiento (se cobraba dieta) y, sobre todo, disfrutar de la gente. Buena gente

Como la que te encontrabas en Daroca con el super equipo formado alrededor de Zeravika, o en las pistas de Bajo Aragón – imborrable el partido cadete contra Maristas para una fase nacional-, o en La Almunia de Doña Godina, donde salimos escoltados por la Guardia Civil después de perder por un punto contra Stadium Venecia para el ascenso a la segunda división y tantas otras pistas donde siempre reinó la deportividad.

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